1. Polución y toxinas: factores invisibles, daño real.
La exposición diaria al entorno urbano deja una huella silenciosa en tu piel. Partículas contaminantes como humo, gases y metales pesados se adhieren y penetran por los poros, alterando su equilibrio biológico.
Este factor ambiental acelera el envejecimiento prematuro: pérdida de luminosidad, firmeza y aparición de manchas.